Shibui nació sin apuro, como florecen las cosas que encuentran su lugar con el tiempo.
En medio del ruido y la velocidad del día a día, empecé a detenerme, a observar cómo en otoño las hojas caen con el viento, cómo una sola gota de lluvia queda suspendida sobre un pétalo, cómo una abeja vuelve cada día a visitar mis plantas —y cómo ese instante, si lo miro con atención, lo contiene todo.
Fue en uno de esos momentos donde descubrí el arte de prensar flores. Un proceso lento, minucioso, que al principio desafiaba mi impaciencia, pero que poco a poco me fue enseñando otra forma de estar. Una más suave, más presente.
Así fue tomando forma este proyecto. Sin certezas, pero con un deseo claro: transformar esa pausa en algo que pueda acompañar a otros. Cada pieza es una invitación a volver a mirar, a volver a sentir. A conectar con la belleza que habita en lo simple.
Shibui es ese instante, el de lo esencial, lo que no grita pero permanece.
Cada creación está hecha con amor y dedicación, para que lleves con vos un recordatorio de todo lo que florece cuando nos damos tiempo.